Muerto el perro
Escrito con la colaboración de Salvador Esteban Barranco Estaba ya al límite de sus fuerzas. Solo la desesperación la permitía correr más. Pero las pisadas seguían acercándose. Al final sus piernas se rindieron y cayó al suelo. El hombre la alcanzó, a paso tranquilo, con el cuchillo en la mano y una sonrisa sádica reluciente. El hombre se acercó y consumó su obra. (…) -¿Te has enterado de lo de Susan? -Sí, pobre chica. ¿Qué mente perversa sería capaz de hacer eso? -Espera, ahí viene el sheriff . Sabrá algo más. El sheriff Gilbert parecía sacado de una película de John Ford. Su rostro pétreo e inexpresivo, incluso ante las actuales circunstancias, transmitía dureza. Pelo cano, nariz aguileña, tez tostada por el sol del desierto de Arizona. Se sentó en la mesa, pidió su whisky mañanero y con voz grave y profunda relató los sufrimientos de la pobre Susan. Había sufrido golpes, tenía mandíbula dislocada, varias costillas rotas, hasta que finalmente había sido de...