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Mostrando entradas de 2018

Entre Canciones

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-¡Harry! ¡Harry! ¿Dónde estás? Alejado de su lujosa mansión en California tras una sonada ruptura con la supermodelo Claudia Jackson, la estrella de rock Harry Adams se encontraba en paradero desconocido para el gran público durante semanas, escondido en una cabaña perdida en el bosque de Montana, su estado natal. Para todos era un lugar desconocido excepto para su ex agente que le consideraba un cadáver andante, su camello y la estrella de pop y ex novia Sylvie Rose, que ahora entraba en ese lugar, intentando no cortarse con una botella de vodka rota en el suelo. -¡Harry! ¡Harry! Finalmente llegó a la habitación donde encontró a un hombre melenudo, barba sin arreglar, descamisado y solo concentrado en su guitarra acústica y los acordes que sonaban. Solo tras breves momentos irguió la cabeza y vio a la rubia que se alejaba de su imagen glamurosa de televisión, y simplemente vestía unos vaqueros y una camiseta de tirantes ceñida a su delgado torso. -Hola Sylv

Vis a Vis

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Bill movía con ansiedad las manos. Le habían llevado los guardias a una habitación decorada de forma espartana, con solo una cama de matrimonio, una papelera, una mesa con condones, un cuadro hortera y una ventana de la que salía luz que agradecía tras varias semanas encerrado en una celda de máxima seguridad. La espera terminó cuando la puerta se abrió; allí apareció una rubia de largas piernas, bien maquillada y con un vestido corto. Hannah dio dos pasos en la habitación y se detuvo mirando al joven con uniforme penitenciario de anchos hombros, quizá ahora un poco demacrado, algo de barba y un pelo más largo que lo habitual, pero ella pensaba que le quedaba bien. Ambos se miraron fijamente, como si hubieran pasado siglos antes de la última vez, que ahora rememoraban. Hubo cierta sombra, pero finalmente Bill sonrió al verla y rompió el silencio. -Pensaba que te habías olvidado de mí. -Ojalá, todo hubiera sido más fácil. -¿Sigues enfurruñada? -Oh no, es imposib

Like a Stone

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Jenny se despertó y aún no había nadie a su lado. Desvelada, se despegó de las sábanas y se alzó, todo en absoluto silencio, y caminó por una casa a oscuras excepto por las pequeñas lámparas que encendía a su paso. Miró el reloj y emitió el primer sonido de su boca en un refunfuño cercano al gruñido seguido por una mueca al ver la hora. Se detuvo un momento al baño, donde se lavó la cara para desperezarse, mirarse al espejo y arreglarse la melena rubia. Dudaba si maquillarse o no, pero finalmente no lo hizo. Él la prefería con la cara lavada, de todas maneras. Ya sentada en el sofá del salón, con las largas piernas estiradas y con una copa, esperó pacientemente dios sabe cuanto tiempo hasta que escuchó el tintineo de las llaves chocando con la cerradura de la puerta. Jack entró a oscuras, tambaleándose mientras se quitaba la chaqueta de cuero hasta que la vio, acurrucada en un cojín con los ojos entornados por el sueño fijos en él. -¿Qué haces despierta? -Esperarte.

Justiciero

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Llegué a la habitación del motel totalmente exultante. Finalmente lo había hecho, me había atrevido. Siempre había intuido que a la hora de la verdad no iba a ser capaz de hacerlo, que me quedaría congelado cuando le viese. Aún dudaba cuando el cuerpo cayó al suelo como un saco de cemento y sus ojos verdes me miraban fijamente. Pero lo hice, finalmente lo hice. Ahora podía permitirme sonreír. Púdrete en el infierno, cabrón.

That's me in the corner

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Finta y gancho con la izquierda que impacta contra el mentón del rival que tengo enfrente. Después aprovecho que está aturdido para soltar un directo que tal vez sea el decisivo y no se pueda volver a levantar. Suena fácil, muchas veces el plan me ha salido a la perfección y está claro que soy mejor boxeador que él; de hecho todo el mundo ha apostado por mí. Ese era el problema. Repaso una y otra vez lo que debería haber hecho mientras el agua de la ducha cae sobre mí, aunque ya me he terminado de aclarar el jabón. Me pongo una toalla y me visto en silencio en un vestuario limpio excepto por la ropa a medio recoger. Estoy ya vestido cuando llaman a la puerta y entra la sonrisa de lagarto del señor Puzzo. Me tiende un sobre que yo cojo y me da un apretón de manos al tiempo que me susurra: buen trabajo. Se va con su traje impoluto y me digo que he hecho lo correcto, intentando convencerme a mí mismo. Es lo mejor para todos. No podías rechazarlo. Tienes que pensar en más cosas qu

La chica de mis sueños

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La música es ensordecedora, machacona y algo insoportable. De ese tipo que solo se puede disfrutar con alcohol. Pero a mi alrededor todos disfrutan de ella, lo que me obliga a preguntarme si yo soy un alienígena perdido en la tierra. ¿Qué demonios pinto ahí? Todo el mundo se lo pasa bien, las chicas bailan, los chicos intentan acercarse a ellas y quien no está tratando de ligar está saltando, gritando y riendo. ¿Y qué hago yo? Quedarme de pie con una copa a medio acabar en la mano y sonriendo como un idiota para parecer que me lo paso bien. Pero simplemente no funciona, estoy fuera de lugar ¿Por qué sigo aquí? ¡Ni siquiera estoy borracho! Por ella.