La Playa


Vuelvo a estar en la playa. Noto la brisa húmeda, la arena en mis pies y oigo el sonido de las olas rompiendo contra las rocas. No es una playa para bañarse, solamente es para pasear o tumbarse bajo el sol. Pasa el tiempo; simplemente dejo que se pierda lentamente. Mi piel está morena, estoy más delgado y los músculos se muestran más tonificados. Mi vida es simple. Duermo, corro, leo, como, bebo y duermo. El suministro de whisky no termina nunca y con eso me basta. Tampoco me falta la cerveza y la comida. Ya no escribo, no tengo razones para ello. Son suficientes las palabras de los otros; las mías se acabaron. Es una buena vida. En ella se desvanece todo. España, la guerra, el miedo y Berlín. Berlín y su ruido. Un ruido tan fuerte que logra despertarme.

Tengo resaca. No suelo tenerla pero anoche bebí bastante y mal, bebiendo solo lo que solo los insensatos y los desesperados se atreven. Me duele la cabeza pero no puedo quedarme en casa. Si me quedo es para volver a la playa. Pero está vez esta totalmente destrozada por un tsunami y con los troncos de las palmeras derribados. Mi paraíso idílico había sido totalmente arrasado y no merecía la pena tratar de volver. Ahora estaba atrapado en la ciudad del muro y en ella no hay escapatoria. 



Me visto y salgo de casa. El cielo está nublado y hace viento pero aún así aguanto el frío, a pesar de llevar puesto solo una chaqueta ligera. Es demasiado pronto para beber algo que no sea café, y odio el sabor de la cafeína. Me siento en la hierba mojada, saco mi cuaderno y trato escribir. Pero hoy no hay inspiración. Tras media hora inútil saco el móvil y la llamo. No responde.

Ella había oído el teléfono pero no quería responder. Ella estaba desnuda, fumando cigarrillos desde antes del amanecer. Se miraba las uñas mientras la luz del sol iba elevándose en el cielo y entrando por la ventana. No había un pensamiento constante en su cabeza, de hecho solo había un vacío, la nada. Lo que la preocupaba porque la nada no tenía nada de calma. En la calma podías pensar, por el contrario en la nada tu mente está todavía tensa para hacerlo con claridad. Es como cuando estás bajo unas nubes oscuras que cubren el cielo. Sabes que va a llover pero no sabes cuando, si en un instante o en horas, pero sabes que lo hará, no puedes impedirlo, solo añorar volver a ver la luz del sol. Ella apaga el cigarrillo e intenta entonar un par de líneas vocales que tenía en la cabeza. Sin embargo, las desecha mientras menea la cabeza y se queda hecha un ovillo entre las sábanas.

Hasta que vuelve a sonar el teléfono. Ella levanta la cabeza y lo mira como si fuera algo extraño. Solo tras un largo minuto por fin alarga el brazo y contesta.

-¿Quién es?

-Soy yo. ¿Estabas dormida?

-Ojala. -Se mordió el labio. - Me he despertado cuando todavía era oscuro. Pero bueno, para mí últimamente todo está oscuro. Llevo días sin dormir bien. Por la noche apenas duermo, solo algunas horas. Pero no las noto. ¿A ti también te pasa?

-Yo no he dormido, solo me he desplomado unas horas en mi casa. Ayer fui al sitio que juramos no volver. Luego desperté y no aguantaba estar en casa.

-¿No estás cansado?

-Lo estoy. Una parte de mí quiere dormir durante décadas o simplemente dejarse llevar. Pero la gran parte de mi ser no quiere cerrar los ojos por miedo, o yo que sé, ansiedad o algo en mi cabeza devorando mi cerebro. No sé como explicarlo.

-Yo quiero dormir, descansar unas horas de ser yo misma, pero mi cuerpo se opone a la idea. - Ella rió con voz queda. - Joder, estoy como loca. Quiero olvidarme de todo. También de dormir. Pero sé que debo de estar tranquila por un tiempo. No quiero volver a hacer tonterías. No más.

-No cariño, tú estate tranquila. ¿Quieres que nos veamos?

-Lo siento, no creo que sea lo mejor por el momento. Sería un buen paliativo, no lo dudo, pero solo eso. Perdóname que sea sincera esta mañana, no me lo tengas en cuenta, querido, es lo único que me queda. Llegarías a casa, yo me habría arreglado, me pondría guapa para ti mientras que tú no te esforzarías en ello, y gracias a Dios, me gusta el salvajismo de tu belleza y sería delito tratar de domarla. A saber que haríamos durante horas. Besarnos, beber, follar o simplemente sentir la respiración del otro. Sí, me gustaría sentir que tú también respiras, sentir que ahora existes más allá del teléfono. Pero, aunque no quisiéramos, habría un final. Me cuesta aguantar mi soledad pero hacerlo con tu recuerdo inmediato sería imposible. Mis dedos creerían que vuelven a tocar tu piel pero sería un engaño mental que quebrarían mi mente otra vez. No quiero volver a hacer tonterías, antes me tiro por la ventana. Espero que me perdones, yo nunca lo haré. Sé que para ti es duro.

-Karen. Estate tranquila, lo entiendo. Oye, yo solo quiero que te mantengas firme.

-No seas un manual de autoayuda, eso no va contigo.

Ambos reímos, dejando salir toda la tensión que llevábamos encima.

-¿Y tú que? ¿Sigues vivo? ¿ O sigues en tu playa soñada?

-Ojala estuviésemos los dos allí. Desnudos como inocentes salvajes, como Adan y Eva antes de morder la manzana, con la arena pegándose en nuestra piel húmeda y el agua salada mojándonos los pies. Fuera de toda esta mierda, fuera de todo este ruido.

-No te engañes. Morderíamos de nuevo la manzana. Nos gusta esta mierda, este ruido. Nos encanta Berlín aunque seamos sus prisioneros. Si estuviésemos en esa playa, nos acabaríamos sacándonos los ojos de desesperación.

-Y aún ciego, yo te seguiría amando.

-Por favor, no vuelvas a ser romántico. No te va.

-¿Demasiado empalagoso para una estrella de rock?

-Ahora no me siento una estrella. A no ser que sea una que está a punto de explotar.

-Tú seguirás siendo mi estrella.

-Cállate ya, imbécil. - Ella suspira, algo exasperada - Lo bueno es que creo que tus patéticos elogios me han dado sueño. Así que voy a tratar de dormir. Espero que algún día pase la tormenta y nos veamos. Te añoro.

-¿Quién se ha puesto sentimental ahora?

-No me jodas.

-She was a princess of the night. I saw the writing on the wall...

-Vete a la mierda, voy a colgar. Vuelve a casa y duerme si puedes.

Tras dejar el teléfono en su sitio, ella se metió entre las sábanas tras bajar las persianas y conseguir una acogedora oscuridad. Él regreso a casa, no sin antes comprar algo de comida mientras tarareaba una canción de Saxon.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un último Baile

Yo solo quería

Entre fronteras