Gimme More



A pesar de los años, a Alexa todavía le daba morbo dejar caer el sujetador al suelo, mostrando sus tetas al público. Era como un viejo truco de magia que conservaba la chispa a pesar de tantos años. Había pocas luces en el club, y todas apuntaban al escenario donde ella estaba al tiempo que los sintetizadores de la canción marcaban el ritmo de su baile.

“Every time they turn the lights down. Just want to go that extra mile for you”

Alexa se fue a la barra de acero y procedió a deslizarse y a restregarse con ella. De vez en cuando echaba una mirada felina al público, que tiraba dólares a la plataforma. Se sintió hermosa, se sintió poderosa. Con movimientos de cuello desplazaba su melena rubia de forma salvaje e hipnótica. Se volvió a la barandilla  balanceando las caderas, donde estaban dos jóvenes que no le quitaban ojo. No sabían que hacer. Demasiado inexpertos, demasiados marginados por las mujeres de su edad. Quizá fuesen los mejores, quizás fuesen los peores. Puede que fuesen las primeras tetas que viesen en su vida. Los pobres tenían vedado tocarlas, pero las podían ver y constatar que eran magníficas, de buen tamaño y, a pesar de sus cuarenta años, estaban aún firmes.

“You public display of affection feels like no one else in the room (but you)”

Alexa estiró la pierna para que todos contemplaran su longitud y lo estilizada que era. Se desplazaba por el escenario, fijando sus ojos azules en cada miembro del público, maravillándose de como provocaba perturbación o excitación en cada uno de los espectadores del show. Un cuarentón gordo no le había quitado ojo desde hace varias noches. El pobre se había divorciado y llevaba una mala racha que trataba de olvidar entre alcohol y mujeres que se vendían barato. Puede que mereciera más, pero eso no importa en un pueblo como este. Alexa decidió centrarse en él unos segundos, contoneando su cuerpo mientras él alzaba extasiado la vista hacia el escenario.

“We can get down like there's no one around. We'll keep on rockin' (We'll keep on rockin')”

De pronto, oyó las voces. No, por favor, hoy no. Por el rabillo del ojo comprobó que ellos ya estaban borrachos.

“Cameras are flashin' while we're dirty dancin'”


El cabecilla, que era joven, alto, fuerte y capitán del equipo de fútbol, clamó:

-Joder, poned a una que no este menopáusica, joder. La vieja no da más de sí. Traed a Cassidy.

-Es como ver a mi madre bailar. - le siguió el juego un chaval de fuertes espaldas pero más bajito. -  Pero bueno, ella tendría que haber sido una fracasada que vive en una caravana para acabar siendo como ella.

-Y no vive en la calle porque se tira al casero a cambio del alquiler.

-Ya ves, que puta.

-Seguro que la hija aprende de la madre. De tal palo, tal astilla.

-La escoria siempre es escoria. No pueden comportarse de otra forma.

Dales la espalda. No te puedes enfrentar a ellos y ganar. La próxima vez te despidirán. Ya te han avisado, son demasiado ricos como para echarles. Eso se decía mientras bailaba pero ya era tarde. Algunos dejaron de admirarla y les ríeron las gracias. El hechizo se había roto, a pesar de que sus movimientos eran más ondulantes y sexys que antes. En el fondo, ella siente pena por ellos, porque son niñatos borrachos que ya serán castigados por la vida.

-Ahora en serio, ¿no le da vergüenza a la puta vieja seguir? ¿Va a seguir bailando cuando lleve dentadura postiza?

-Callaos imbéciles, dejad de molestar a la señorita.

-¿Señorita? Será para ti, gordo cornudo. Como ya no tienes mujer tienes que lamerle el culo a esta zorra para un simple baile. Que patético.

-¿Cómo te atreves, niñato?

-Mike, déjalo. De todas maneras el número ya había terminado.

-No puedo consentir...

-Tranquilo, gracias por la noche. Pásalo bien con el resto de las chicas.

“They keep watching (They keep watching)”

Alexa recogió los billetes arrugados y sudados del suelo. Sintió que alguno le pellizcaba el culo entre risas, pero se sorbió las lágrimas. Vio un hombre sin afeitar en la puerta del club que acababa de entrar. Él simplemente guiñó el ojo. Ella simplemente sonrió. Recogió la ropa y dio la espalda al mundo hasta que llegó al camerino. Se puso los pantalones de cuero ajustado, una camiseta y una chupa de cuero. Se arregló un poco el maquillaje de los ojos. Dejó los tacones preparados en la mesa mientras recordaba lo bueno y lo malo.

"Feels like the crowd is saying"

-¿Quién te crees que eres para dejarnos plantados sin terminar el número, puta?

-No puedes entrar aquí.

-Entro donde me da la gana. Y hago lo que quiero. Así que vete preparándote para una sesión privada.

-Yo no las hago.

-¿Ahora la zorra va de modosita?

Le agarró del pelo a Alexa pero detrás de él oyó un grito.

-¡Suéltala, hijo de puta!

Él estaba ahí.

-¿Y si no?

-Vas a lamentarlo.

-Tenemos a un malote protegiendo a su puta. Qué cliché. Pero, ¿sabes la diferencia de la realidad con las películas? Que el malote tiene la condicional y si le denuncian por agresión acabaría en chirona por el resto de su vida mientras su zorra seguirá bailando para mí, desesperada por mi dinero, para tratar que vuestra hija no acabe igual que ella. Cosa en la que fracasará. Esa es la realidad. Así que esfúmate.

“Gimme, Gimme more”

El golpe fue seco. El joven se sintió desorientado y se tambaleaba cuando vino el segundo golpe del tacón de Alexa, que le dió en el ojo. Gritó de dolor y cayó al suelo. Con una seña, la pareja salió corriendo del club y fueron al coche. Condujeron hasta que no podían detener su excitación y se besaron tanto tiempo como el necesario para compensar la ausencia de tantos años.

-Marchémonos los tres de esta ciudad maldita. Así reharemos nuestra vida.

-¿A dónde?

-Fuera. Hay que dejar todo atrás y vivir de verdad.

-No tenemos nada, y no digas que nos tenemos los unos a los otros porque en la pobreza no se vive de eso.

-Lo sé, lo sé. Pero tú sabes que no podemos vivir aquí. Y más con lo que acabas de hacer.

-No habrá denuncia, no admitirá que una stripper le ha dejado K.O.

-Se vengará. Además, ¿qué nos queda aquí? Se nos acaba el tiempo como acabaron nuestros sueños. Ya no somos jóvenes, lo que somos es una deformación bastarda de lo que queríamos ser. Yo – suspiró, buscando aire mientras sentía los ojos azules de Alexa clavados en él. Hacía mucho que no los sentía.  – He fracasado en todo. Hasta en amarte. En la cárcel me he dado cuenta de que debo de intentar ser el hombre que merecéis ambas. Solo me quedáis ambas, y me niego a volver a abandonaros, a dejaros solas de nuevo.

-Cariño, solo somos nosotros. Siempre ha sido nosotros. Nos habremos equivocado de medios y la suerte no nos ha acompañado, pero todo lo hemos hecho por nuestra familia. Ya no somos críos, yo ya no soy la cría que soñaba con cantar. Solo soy Alexa, una stripper. Y tú eres Dave, un expresidiario. Con eso basta, con ser nosotros. Y a partir de ahí, hablamos. Ya mañana, con calma. Antes tienes que ver a tu hija después de tantos años. Eso es lo único importante, que volvamos a estar todos juntos. Y que le jodan al resto.- Miró por un momento el horizonte lleno de estrellas.- Al diablo, yo estoy contigo. En Nueva York, Los Ángeles o el infierno. Pero hoy hay que festejar tu regreso y empezar a recuperar el tiempo perdido.

Acto seguido, su mano delicada fue subiendo por la pierna de su hombre mientras el estribillo de la canción seguía sonando en su cabeza.

“Gimme, Gimme More”

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