Entre Canciones
-¡Harry! ¡Harry! ¿Dónde estás?
Alejado de su lujosa mansión en
California tras una sonada ruptura con la supermodelo Claudia
Jackson, la estrella de rock Harry Adams se encontraba en paradero
desconocido para el gran público durante semanas, escondido en una
cabaña perdida en el bosque de Montana, su estado natal. Para todos
era un lugar desconocido excepto para su ex agente que le consideraba
un cadáver andante, su camello y la estrella de pop y ex novia
Sylvie Rose, que ahora entraba en ese lugar, intentando no cortarse
con una botella de vodka rota en el suelo.
-¡Harry! ¡Harry!
Finalmente llegó a la habitación
donde encontró a un hombre melenudo, barba sin arreglar, descamisado
y solo concentrado en su guitarra acústica y los acordes que
sonaban. Solo tras breves momentos irguió la cabeza y vio a la rubia
que se alejaba de su imagen glamurosa de televisión, y simplemente
vestía unos vaqueros y una camiseta de tirantes ceñida a su delgado
torso.
-Hola Sylvie.
-¿Hola Sylvie? ¿Eso es todo lo que
tienes que decirme?
-¿Qué quieres que diga? Ha pasado
mucho tiempo.
-Como si no lo supiera. Ya ni siquiera
por los medios. ¿No crees que ya es hora de dejar de huir?
-No huyo. Simplemente quiero estar solo
conmigo mismo.
-Pues lo siento. Ya ha pasado ese
tiempo, ahora has pasado a regodearte en tu miseria, y no te voy a
dejar que lo hagas.
-Tampoco me molesta que estés aquí.
Por eso te enseñé el sitio en su momento.
-¿Acaso ella no conoce tu refugio?
-No. Solo tú.
Sylvie rió y se sentó junto a él en
la cama sin hacer.
-Eramos tan jóvenes, demasiado
inmaduros, no hicimos las cosas bien.
-Pero admite que fueron nuestros
mejores años.
-¿Tú crees?
-Yo al menos lo hecho de menos.
Harry volvió a tocar mientras mordía
una púa. Tocó una canción corta y ligera que Sylvie reconoció de
los viejos tiempos. Es bonito oír en la radio una canción que el
amor de tu vida escribió para ti. Incluso cuando ahora el dolor de
la ruptura no puede imponerse. No podía impedir quedarse alelada,
recordando la letra y su voz rasgada ahora silenciada. Solo volvió
al presente cuando Harry dejo de tocar y preguntó:
-¿No has sacado disco hace poco?
-Nada importante. Mierda comercial. No
merece mucho la pena.
-No deberáis decir eso de tu música.
No deja de ser parte de ti.
-¿Y si esa parte no me gusta? Y eso la
que me pertenece , porque gran parte está compuesta por gente que ni
he visto la cara.
-Te infravaloras a ti misma. Algún día
te darás cuenta de tu talento.
-Tú mismo me pusiste a parir en su
momento. Y lo agradezco, al menos fuiste sincero. Ya creo que nadie a
mi alrededor lo es. Dios, me avergüenzo cuando oigo Call Me Later.
No sé en que momento me deje de convencer de que era un éxito
asegurado.
-Lo fue.
-Eso fue lo peor. Y es una mierda. Todo
el mundo lo sabe, pero todo el mundo lo escucha y todo el mundo
quiere verme cantar eso, a pesar de que la odian. No la soporto más.
-Siempre puedes negarte. ¿O tu
contrato de diva te lo impide?
Ella bufó mientras re recogía el pelo
largo, agradeciendo no llevar hoy las extensiones.
-Mi contrato de diva me permite
mandarte a la mierda. Y sí, no me he olvidado de soltar tacos.
-¿Y para cuándo un disco de verdad?
Hubo un minuto de silencio absoluto.
Ella esperaba que Harry se aburriera y volviera a la guitarra, pero
en cambio, él giró la cabeza y le miró con sus ojos azules
directamente a ella.
-Aún no sé que paso. Pero de un
momento para el otro me quedé sin música. Al principio no le di
importancia, en unas semanas volvería a ser la misma. Pero aquí me
tienes. Ni una maldita canción en años.
-No me lo creo. Algo debes de tener
escondido. Nadie como tú para de la nada.
Ahora sí que Sylvie se mantuvo en
silencio. ¿Cómo decirle que no fue un cataclismo sino que la
erosión de años que la acabaron convirtiendo en una extraña para
si misma? Y que todo parece apuntar a un epicentro que no pensaba
reconocer, por lo menos a él. Queda disimular, como siempre, y que
todo parezca que va bien. Pero Harry la mira, la conoce mejor que
todos los pelotas que la rodeán, y sabe lo que pasa. Pero al menos
por el momento mantiene la boca cerrada y le tiende una botella de
whisky que con gusto llevó a sus labios pintados de rojo. Cuando
terminó el trago decidió cambiar de tema:
-¿Y tú? ¿Al menos en tu retiro has
compuesto algo?
-Puede. Ya sabes como es eso. Aparecen
pequeñas melodías y poco a poco van creciendo.
-¿Y no me vas a enseñar nada hasta
entonces?
-Y no te voy a enseñar nada nuevo
hasta entonces.
-¿Siempre con secretos?
-Ya conoces las normas; hasta que este
completa la canción es solo mía.
-¿No olvidas las veces que dejaste que
te ayudará?
-Porque entrabas en el estudio sin
permiso.
-Y así fue como nació una de tus
mejores canciones.
Harry no contestó, pero no puedo
evitar que una sonrisa picará emergiera en su rostro mientras tocaba
el tema. Se sumergió en sus recuerdos pero la nostalgia tiene un
límite y Sylvie había alcanzado su límite.
-Harry, ¿tú no crees que es momento
de salir de aquí? Nunca habías pasado tanto tiempo aquí.
-¿Y es un problema?
-Lo es. Y lo sabes, no eres estúpido.
¿Tanto te ha dolido ella? A lo mejor son sensaciones de exnovia,
pero yo no os veía excesivamente enamorados. Sobre todo a ella. Era
todo tan fingidamente salvaje, tan superficial que no me lo creía.
Puedes engañar a muchos, pero nos conocemos desde que no eramos
estrellas y podíamos ser sinceros ante el mundo. Cuando rompimos, no
paraste de trabajar hasta sacar ese disco. Y fue una maravilla.
Harry la interrumpió, extrañado.
-¿Te gustó? ¿En serio?
Ante su estupefacción, Sylvie estalló
en risas.
-La verdad es que la primera vez no
pude terminarlo. Lo odiaba tanto como a ti. Pero con el paso del
tiempo lo perdonas.
-Yo no me lo perdonó.
-Mentiroso. Y sí dices la verdad más
tonto eres tú. Además adoras tu música. Creo que por eso nos
cuesta estar contigo, sientes que eres la amante y tu amor es la
otra. ¿Paso eso?
-Posiblemente sea eso, no lo sé. Creo
que simplemente hay algo en mi interior que me impide tener una
relación.
-No digas eso.
-¡Pero es verdad! Siempre sale algo
mal. Y yo soy la constante en la ecuación.
-No te hagas caso. Y menos si te lo
dice...
-¿Tú?
-Sí, sobre todo si te lo dice una
mujer enfadada contigo. Tú eres especial, aunque no te lo creas. Y
no por ello no vas a encajar con alguien en el futuro. Y no puedes
esconderte del mundo eternamente.
-Lo sé. De verás, lo sé. Sé que
tengo que salir de aquí y dar un paso al frente. Pero siempre lo
dejo para mañana.
Ella rodó los ojos exasperada y le
contestó enfadada:
-¿Y? ¿Acaso quieres quedarte aquí
eternamente borracho?
-Sylvie...
-No, no me voy a callar. Deja de
justificar tus imbecilides y hacerte el mártir. Cállate, no te
atrevas a interrumpirme. No te gusta la verdad pero la conoces por
mucho que la rehuyes. Estás siendo un cobarde, y eso sí que no es
propio de ti. La vida te ha atropellado. ¿Y? A todos nos pasa.
Algunos nos sentimos así todos los putos días. A veces no me
levanto sin haber dormido una mierda, odiándome a mí misma. Y ahí
sigo. Llevo tiempo sin sentirme a gusto conmigo misma pero me niego a
pisar fondo. No he compuesto algo en meses, pero sigo sentada con la
guitarra pegada en las manos, aunque acabe con las yemas de los dedos
quemadas. ¿Y tú? ¿Te deja por otro y huyes a la madriguera como un
conejo asustado?
-Tú no lo entiendes.
-¿Estás de broma? Yo recuerdo aún
nuestra última bronca. Te dejé yo pero también me llevé la peor
parte.
-No te vi tan afectada. Parecías muy
feliz por la tele con tu record en ventas y todos esos novios.
Ahí Sylvie se levantó y le gritó con
la cara roja de furia.
-Claro, yo no estaba afectada. No
estaba comiendo helado en chandal en el sofá. No era un músico
maldito que cantaba maldiciendo a las mujeres. Debería haberte
contestado, pero tuve unos escrúpulos que tú no te merecías. Yo me
arrepentí cuando vi la casa sola, y no dejé que nadie volviera a
entrar en ella. Así que cállate, y al menos hazme caso en una cosa:
reacciona.
Ella cogió la botella y salió de la
habitación, bebiendo y buscando aire. Por fin había silencio, ni la
guitarra lo rompía. Se quedo sin alcohol y se sintió mareada. Hacía
tiempo que había conseguido dejar de beber tanto y le había
afectado ver más que antes. Se sentó en una silla y se apoyo en la
mesa. Intento que las lágrimas no cayeran, pero alguna acabó
escapándose. Sintió unos brazos en sus hombros, abrazándola. Los
intento quitar pero volvieron sin dudar. Y se dio por vencida. Estuvo
llorando desahogándose, recordando estos años mientras sintió la
respiración de Harry en su nuca. En silencio, sin querer molestarla,
pero que sepa que estaba ahí, que no la dejaba sola. A saber el
tiempo que pasaron juntos sin decirse nada hasta que Sylvie se
levantó y se miraron a los ojos. Musitó un gracias mientras él la
invitó a dar un paseo. Sí, lo mejor era salir de aquí, se dijo.
Pasearon por el bosque. Sylvie recordó
los altos árboles y los matorrales de ramas salvajes. Con la excusa
del frío caminaron abrazados sobre las hojas pardas del otoño.
-Echaba de menos este lugar. Es
realmente especial.
-Pensé que lo habías olvidado.
La rubia se giró y permitió sonreír
otra vez:
-Nunca.
-Creo que debo disculparme. Por todo.
Lo de antes, lo del disco... no me he portado bien contigo. Y aún
así sigues aquí.
-Eres un dolor de cabeza. Pero bueno,
en toda relación hay óxido. No fuimos suficientemente para
resistirlo en ese momento. Pero no hay que olvidar los buenos
momentos, solo hay que sacudirse el óxido; no podemos hacer otra
cosa, hemos vivido demasiado juntos.
-Éramos muy jóvenes, Sylvie.
Prácticamente nuestro primer amor.
-Tampoco te pongas tan nostálgico.
Harry se paró en seco.
-Pero es verdad. Solo nosotros sabemos
como fue, por mucho que hablen de nosotros.
-Y fue bonito.
-Lo fue.
Ambos se rieron. Juntos.
-Podrías dedicarme un disco. Así me
lo creo y dejo de ser la mala.
-No eres la mala, Sylvie.
-Por fin tienes algo de razón. No sé
que paso, fue todo tan...¿estúpido? Siempre pensé que acabarías
yéndome a buscar a casa.
-Y yo que regresarás.
-Y en esa espera nos ahogamos. Sí que
fue estúpido.
-Al final ha sido al revés.
Hubo un minuto de silencio, en la que
Sylvie movía los labios.
-¿Sabes? Creo que tengo una melodía
en la cabeza.
Harry abrió los ojos.
¿En serio? ¿No es un espejismo?
-Cállate tonto. Hasta tengo la letra
-Entonces volvamos antes de que se
escape. Ahora el hierro está candente y es cuando hay que golpear.
-No sé; el día de hoy me ha gustado
demasiado.
-Por eso hay que coronarlo. Además,
tienes una ocasión para vengarte por el disco.
La mano de Harry se extendió hasta su
hombro, mientras Sylvie se revolvió en él.
-Venga volvamos. Pero necesito a
alguien que haga la parte instrumental.
Él la susurró al oído:
-¿Estás sugiriendo que volvamos a los
viejos tiempos?
-Estoy ofreciendo nuevos tiempos.
Dieron marcha atrás de nuevo hacia la
vieja y cochambrosa cabaña, dispuestos a volver a hacer lo que mejor
sabían.
Comentarios
Publicar un comentario