La abuela te mira fijamente



Jugando tras los cristales de la ventana estaba el niño inocente sin saber nada del ritual. La abuela lo miraba con ansia mientras afilaba el cuchillo, sabiendo que casi era la hora del eclipse. Sería cuando Baal se reencarnase en su carne. Él tenía que ser el niño de la luna; lo había visto en las visiones que le atormentaban tras la operación. El emperador de las tinieblas se alzaría de nuevo y como recompensa ella dejaría de tener las manos arrugadas y temblorosas, su piel se iluminaría con un halo de belleza e incluso recuperaría la memoria. 

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