Noches Inconfesables



Al día siguiente hacíamos como si nunca hubiera pasado pero las noches eran salvajes. Unas veces nos reuníamos en mi casa, otras en la suya, otras en un garito alejado de los sitios de moda donde solía ir ella. Eran noches frías pero nuestro fuego derretía nuestra tristeza perenne. Tomábamos alcohol para darnos valor para ser otro día inmorales e inmortales y así me permitía acariciar su pelo rubio. Al día siguiente hacíamos como si nunca hubiera pasado pero no podíamos evitar confesarlo en las miradas que nos lanzábamos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un último Baile

Los ojos del hombre de arena 

Cristo, ten piedad